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Sin Título

La mañana fresca del jueves 27 de Abril va dando paso al calor del mediodía. Las intersecciones de las Avenidas Entre Ríos y Rivadavia, punto recurrente de la ciudad para las grandes masas oficinistas y lugar de referencia obligado para la mayoría de las manifestaciones, ya viene viendo alterado su paisaje habitual. Desde mediados de Abril, la instalación de la “Escuela Itinerante” - producto del conflicto docente por la negativa de parte del gobierno de realizar la apertura de paritarias nacionales – nos permite ver, de tanto en tanto, guardapolvos blancos entre el apresurado ir y venir de los maletines y prendas de vestir. Del otro lado de la Avenida Entre ríos, sin embargo, alrededor de las 12 del mediodía algunas personas comienzan a congregarse frente al Congreso Nacional.

Saludando a alguien conocido, con ropas sueltas, vestuarios elaborados, zapatillas de jazz, va cayendo gente al baile. De un momento a otro, el retumbar de unos tambores se impone a la melodía cotidiana del tránsito y sus bocinas. Un grupo de bailarines vestidos de color rojo, ladeados por la batucada, se apoderan del centro de la escena. La jornada por el Día Internacional de la Danza, impulsada por el Movimiento por la Ley Nacional de Danza, acaba de comenzar.

Esta enérgica comparsa comienza a desfilar hacia la esquina de Yrigoyen y Entre Ríos, cruzando a puro ritmo frente a las puertas del Congreso Nacional. En esa esquina los espera a su llegada, vitoreada y aplaudida por el resto de los concurrentes, el tráiler de un camión que oficiará de escenario de la jornada. Mientras tanto, gente con banderas flameadoras identificatorias del movimiento convocante se dispone a colgar del enrejado perimetral del Congreso una bandera con el lema “#MovetePorLaLeyNacionalDeDanza”.

Constantemente pasa gente que va y viene, la mayoría están apurados, pero no pueden evitar disminuir el paso, o detenerse completamente, para ver qué está pasando entre esa multitud que baila y se mueve todo el tiempo. Probablemente no sepan que son bailarines, docentes o estudiantes de danza, que la mayoría trabajan precarizados y que, por fuera de la docencia, se les hace casi imposible encontrar estabilidad laboral. Quizá tampoco relacionen a la danza con estos bailarines de todas las edades sobre la vereda de las calles de Monserrat, tan lejos de las cámaras del Bailando o de los escenarios de calle Corrientes. Es que de eso va el reclamo: que a los bailarines se los reconozcan como trabajadores de la cultura y que el Estado se dé políticas públicas que regulen y promuevan la actividad en todo el país, dentro y fuera de los circuitos del mainstream de la industria cultural.

“La ley es importante porque, en primer lugar nos permite pensar el desarrollo de la disciplina de forma federal”, nos cuenta Delfina Vivas, estudiante en la UNA y docente de Danzas. “Lo que es una novedad, porque no muchas cosas se llevan a cabo de este modo en nuestro país. Sobre todo en materia de difusión y desarrollo artístico y cultural”. Delfina nos explica cómo el eje fundamental del proyecto de ley es la creación del IFDA (Ver ¿Para qué una Ley Nacional de Danza y quién la impulsa?) y agrega: “Esto viene de la mano con un gran impulso que tiene el reconocimiento del arte, en general, y de la danza, en particular como un espacio para el desarrollo social y, por lo tanto, el reconocimiento del rol de los artistas como trabajadores culturales”.

La principal oradora de la jornada es la bailarina y trabajadora televisiva Daniela Fernández, quien estará a cargo de la presentación de las actividades, los grupos y personalidades participantes y adherentes al reclamo. También toman la palabra en el escenario las coordinadoras del movimiento: Eugenia Schvartzman, Noel Sbodio y Mariela Ruggeri. Si bien hace un año atrás, en el 2016, cuando se realizó la presentación del proyecto de ley en el Congreso, se realizó un evento masivo que convocó a miles de trabajadores de la danza y contó con la participación de grandes figuras del espectáculo como Maximiliano Guerra y el ballet del Teatro San Martín, y con un gran escenario equipado con luz y sonido; este año no se pudo repetir un despliegue similar. Desde la municipalidad no se permitió la instalación de una infraestructura adecuada, lo que implica que el desarrollo de las actividades se deba hacer en espacios más reducidos de lo deseado.

La jornada continúa luego de la participación del grupo de danzas afro con clases públicas de diversos estilos y rubros, como Danzas Folklóricas, Hip Hop, Tango y Danza contemporánea. Reconocidos maestros como Rodolfo Prantte y Koki y Pajarín Saavedra son algunos de los encargados de llevar a cabo las clases. Los concurrentes se aprestan a participar de las actividades propuestas, de compartir su lenguaje corporal y apropiarse del lenguaje que los otros comparten. Todos los presentes participan de las clases públicas, a pesar de la falta de espacio, de los desniveles de las baldosas o de, quizá, no haber hecho nunca un paso básico de Folklore o seguido un ritmo de Hip Hop. Incluso más de unx que andaba pasando por ahí no puede resistirse a formar parte de las enseñanzas abiertas y se suma.

Seguido de esto, comienzan a realizarse muestras de las producciones artísticas de los distintos grupos, compañías y ballets que participan de la jornada y apoyan la aprobación de la ley. Algunos de ellos son la Compañía de Danza Contemporánea, el GEAM y las Compañías de Danzas Folklóricas y Tango pertenecientes a la Universidad Nacional de las Artes; la Compañía Federal de Danzas, la Compañía DNI Tango, la Compañía Casta Diva, los estudiantes de la Universidad de San Martín, entre otros.

“La ley me parece un gran proyecto. Tener en este ámbito, como pasa con el cine, un ente autárquico que gestione espacios, fondos y todos los recursos necesarios para hacer que esta profesión realmente se valore como tiene que ser me parece muy importante”, nos dice Fernando Muñoz, docente y director de la Compañía Federal de Danzas, una compañía independiente de danzas folklóricas.

Mientras suceden estas manifestaciones artísticas, llevadas a cabo en la vereda frente a la entrada al CN, algunos bailarines y bailarinas realizan intervenciones sobre la calle durante los intervalos en los que el semáforo se pone en rojo. Interactuando y haciendo partícipes a automovilistas y peatones del reclamo.

Según Jeremías Vizcaino, “nos vemos obligados


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