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Porque el arte también es una necesidad

Una escuela de arte en Glew que está creciendo y brinda un espacio diferente con múltiples propuestas para los vecinos.

Al recorrer Glew es difícil no tener la sensación de hacer un viaje en el tiempo, pero no en el mejor de los sentidos, da la impresión de andar por un lugar un tanto descuidado, casi olvidado. Al caminar sus calles, algunas de asfalto y otras de tierra, la sensación se va transformando en certeza. Esta ciudad se ubica al sur del Gran Buenos Aires, en el conurbano, y pertenece al partido de Almirante Brown, junto con otras once localidades: Burzaco, Adrogué, Claypole, Don Orione, Rafael Calzada, Longchamps, José Mármol, Ministro Rivadavia, Malvinas Argentinas, San José y Solano.



Estación de Glew

En otoño la ciudad se muestra gris. Las hojas caen de los árboles y se entremezclan con desechos en las esquinas mezclados con agua y tierra de hace muchos días, basura y barro en las veredas también perros deambulando forman una imagen común con la que alguien se puede encontrar al llegar a esta ciudad un día de lluvia. Parece que mantener regularmente la limpieza no es una de las prioridades del municipio. Carencia de limpieza, de infraestructura y de propuestas culturales es lo que se encuentra en Glew.

Transitando en dirección al este de la estación, a cuatro cuadras, se llega a la calle 33 Orientales. En una esquina, a lo lejos, se distingue un pequeño local de paredes púrpura. A medida que se avanza se vislumbra una marquesina con letras rojas que indica el nombre del lugar Zona de arte. Un cartel en la vereda y dos más en la entrada invitan a las distintas clases destinadas a diferentes edades. Piano, canto, guitarra, batería, danza árabe, bailemos adultos, free dance infantil, son solo algunas de las clases que se brindan en la escuela.



Escuela de danza y música de Glew Zona de Arte.




Siendo las 8.00 hs de un sábado, hace frío y el cielo está gris, Javier Vallejos espera a su primer alumno del día para dar su clase de piano. Él junto a su esposa María llevan adelante desde hace siete años un proyecto cultural en Glew, la escuela Zona de arte. Casi sin pensarlo, tal vez sin darse cuenta, crearon un espacio en el que los ciudadanos se puede sentir incluidos dentro de un mundo que para muchos de esta parte del conurbano, es algo muy lejano y poco probable de alcanzar.

María es una persona que brilla, de esas que tienen luz propia, transmite ganas de hacer cosas. No sólo con palabras lo demuestra, sino que lo refleja en su cuerpo, con una postura siempre erguida y una gran sonrisa de oreja a oreja. Ella es un fiel reflejo de que el cuerpo habla por sí solo, de que el cuerpo transmite mucho, tanto como un tono de voz o la mera palabra. Es bailarina, actualmente se dedica casi por completo a dar clases de danzas árabes en su escuela, organiza lo vinculado al área de danza mientras que Javier, quien es pianista y compositor, se encarga del área musical.


Javier Vallejos y Ma. Alejandra Cornnu.




Comenzaron en el año 2010 dando clases en una sociedad de fomento ubicada a casi treinta cuadras de la estación para luego mudarse con las clases al garaje de su casa. Resultó que hubo mucha aceptación por parte de la gente. Se fueron sumando cada vez más alumnos, y el garaje fue empezando a quedar chico. Armaron un aula de música en el patio de su casa y se fueron organizando, diseñaron un cronograma, un plan de estudios y se contactaron con profesores y estudiantes de un conservatorio de música para dar clases de piano y canto a los más pequeños.

Este año alquilaron y refaccionaron un local, el lugar estaba muy deteriorado, pero les permitió tener un espacio más amplio para brindar las clases de danza, y además se ubica frente a su casa, lo cual les resultó conveniente ya que ahí continúan estando las aulas de música. Si bien el lugar fue muy bien reacondicionado y resulta amplio para las clases de danza, las clases de música son individuales, en su mayoría, para lo cual es indispensables contar con aulas los días de semana, para evitar que se superpongan las distintas clases.

En el área musical la propuesta que se les hace a los alumnos es muy completa y real. Desde la escuela saben que para entender la música más desarrollada se necesitan herramientas que actualmente el sistema educativo en general no brinda y escasean sobre todo en una ciudad en la que faltan la mayoría de los recursos. A pesar de esto ellos consideran que “no es imposible enseñar y no es imposible aprender”, pero sí requiere un trabajo diferente y es por eso que se realiza una labor personal con cada alumno, para poder desarrollar sus conocimientos partiendo desde las herramientas que cada uno tiene. Por esta razón, en el plano musical, destacan la necesidad de brindar clases individuales. Si bien la gente de la ciudad se acerca para aprender a tocar música popular, y consideran que no está mal que lo hagan, también expresan que como profesores tienen el deber de decirles que existe la música académica. Y que en el camino artístico es importante estudiar, el cual es un proceso que lleva tiempo. Así, buscan encausar al alumno y darle a conocer que existen otras cosas más allá de lo popular.



Clase de piano individual en Zona de Arte.


En la escuela se brindan clases para niños de a partir de los tres años, hasta adultos y abuelos. “Todos tienen la posibilidad de aprender, todos son bienvenidos” manifiesta María con alegría, “cada uno con su tiempo y llevando su propio ritmo”. Además, dos veces al año realizan muestras con los alumnos, para esto alquilan el teatro de la Fundación Raúl Soldi, se preparan durante varios meses e invitan a familiares, vecinos y amigos. Las muestras se llevan a cabo para que los estudiantes puedan vivir la experiencia de estar arriba del escenario y que eso que aprendieron durante el año no sea algo efímero.

Javier se expresa en todo momento con una voz muy serena y amable, aspira a que sus alumnos se sientan a gusto tocando un instrumento, y dice que más allá de la técnica y del estudio habitual que hacen al músico, las personas llegan a cada clase con la necesidad de sacar algo interno, que no puede ser dejado de lado. Destacando así, como algo fundamental, el lado humano al momento de enseñar y aprender. María también conoce de la importancia de las clases de arte “es algo muy lindo, que puede cambiar los hábitos de la gente, su forma de vida, distenderse un poco de lo que es su vida cotidiana y abrirles nuevos rumbos. Hay muchos artistas escondidos también, que quizás aún no saben que pueden hacer muchas cosas”. Pero en esta ciudad hay una realidad y ella como todos los que viven aquí no la ignoran, muchas personas quieren asistir a clases de arte, pero no pueden abonar una cuota mensual. “Vi a muchos dejar porque no podían pagar las clases, eso pasa, es algo frecuente” comenta Alfredo, actual alumno de piano en la escuela. “Hay personas que vienen y me dicen no puedo pagar la clase, me da mucha pena, y me pasó a mí en lo personal, cuando yo era chico quería estudiar piano, pero no tenía los recursos económicos para realizarlo. Y esto se complica cuando tenemos que también ver la parte económica porque tenemos que vivir, y solventar los gastos y el mantenimiento que conlleva el local” afirma Javier. Es por esto que tratan de brindar diversas posibilidades, las clases de danza oscilan entre los doscientos pesos y al ser grupales son más económicas que las clases de música individuales. Recientemente se incorporaron las clases de baile para abuelos, además de los talleres de guitarra grupales, los cuales permiten que una mayor cantidad de gente puede acceder a ellos ya que tiene un menor costo. “Existe un proyecto para realizar talleres de canto para la tercera edad, tenemos todo para comenzar, pero necesitamos el apoyo municipal. Lo que hace falta es un apoyo semi económico porque hay todo un movimiento que hay que generar. Actualmente, estamos en momentos electorales en donde lo primero que se corta es lo designado a la cultura, ya que ese presupuesto se destina a otra cosa” comenta Javier.

Da la sensación de que en Glew nunca hubo un compromiso cultura por parte del municipio, la mayoría de las propuestas se centran a tres ciudades a lo lejos, en Adrogué, al parecer las autoridades se olvidan de que Almirante Brown es grande. ¿Por qué será que no se encuentran demasiadas propuestas culturales accesibles a todos los ciudadanos? “Quizás haga falta más presencia del municipio, que se haga cargo de que por ejemplo Glew es un lugar grande con muchos barrios, y mucha gente necesitada. Y la ciudad no solo es la estación, sino que en los alrededores hay muchos barrios con muchas carencias” comenta María. Y efectivamente, en Glew hay muchos barrios, como por ejemplo Parque Roma, Gendarmería, Almafuerte, Kanmar, Los Aromos, Villa París, Los Álamos e Ipona. Barrios de casas bajas, con asfaltos resquebrajados, baches inmensos y calles de tierra, son barrios a los cuales el progreso y las comodidades aún no los ha alcanzado. En muchos casos, son los propios vecinos quienes se encargan de las mejoras que dentro de sus posibilidades les pueden hacer a sus calles, su alrededor, su cuadra. Este es el escenario en el que cada día los vecinos se mueven, y así como las mejoras en infraestructura y el progreso de la ciudad en general son escasos esto se ve aparejado con el insuficiente desarrollo cultural. La misma falta, la misma escases. En estas ideas de abandono o falta de compromiso por parte del municipio de Almirante Brown respecto a un área de suma importancia como es la cultura también coincide el ex intendente municipal Manuel Rodríguez, levantando ambas cejas y dando un respiro rápido y profundo expresa “está faltando un trabajo institucional completo, la gente ha bajado los brazos, dejó de reunirse, ya no funcionan los grupos de hombres y mujeres que conducían las instituciones de Glew, antes había cerca de 40 o 50 instituciones y entre todas juntas eran las que luchaban para que el municipio construyera, ahora esto se ve muy flojo y yo no sé a qué atribuírselo, no sé si se debe a la situación económica o a la situación del país, no tienen el apoyo que realmente merecen”. Sin embargo, los ciudadanos más antiguos de la ciudad no coinciden plenamente con la mirada del ex intendente, “hace muchos años que en Glew no se hace nada” con voz que entremezcla indignación y disgusto cuenta Teresa, vecina de hace 46 años de la ciudad, “y si las autoridades de turno, en todos estos años, jamás se preocuparon de las calles, de que haya cloacas, de la salud y la seguridad mucho menos se puede esperar que se preocupen de la cultura”.

¿Existirá actualmente alguna propuesta por parte del municipio para ayudar a que la gente de Glew tenga mayor acceso a clases de arte? “La proyección de ampliar las ofertas de clases culturales existe y se lleva a cabo, pero como el presupuesto destinado a la cultura no es muy grande se busca distribuirlo entre las distintas instituciones, tanto de centros culturales como los centros de jubilados, donde se brindan clases de música y canto. Los límites en cuanto a las propuestas son una cuestión de presupuesto, el cual depende de una coparticipación, y no exclusivamente de la planificación del municipio”, expresa Martín Chaile, quien desempeña tareas en la secretaría del Instituto Municipal de las Culturas.

En esta ciudad del sur hay muy pocos espacios culturales, uno de ellos es la Fundación Raúl Soldi, donde se exponen las obras del reconocido artista, el lugar cuenta con un auditorio en el que se realizan espectáculos como obras de teatro, algunos con entrada libre y gratuita. También se brindan clases de folclore, tango y teatro de manera gratuita. Pero si bien la fundación recibe apoyo por parte del municipio no brinda gran variedad de clases artísticas. El viejo Glew es una casa cultural de la ciudad que pertenece a esta fundación y que por lo tanto también es apoyado por el municipio, pero a diferencia de la fundación éste no brinda clases gratuitas. Aquí todas las clases son grupales y mantienen el mismo costo que una clase individual en un instituto.


Casa de la cultura El Viejo Glew

Fundación Raúl Soldi



No es inútil insistir en que algo está faltando en Glew: el brindarles a los vecinos la posibilidad de acceder a múltiples espacios culturales, en su propia ciudad, que propongan una oferta variada y posible en materia cultural, para no tener que trasladarse lejos para poder hacerlo, lo cual significa que muchos, por no tener los recursos económicos, permanezcan excluidos de los conocimientos y los beneficios del arte. “Ganas no faltan, lo que faltan son los recursos para poder lograrlo” como señalan María y Javier quienes con entusiasmo y esfuerzo llevan adelante, solos, desde hace varios años un proyecto cultural que es para enriquecer culturalmente a todos los ciudadanos y no a unos pocos. En una ciudad que desde hace mucho tiempo parece un tanto olvidada, siempre dejada para lo último y para ser emparchada en época de elecciones.







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